El complejo de Cronos (Hijos que devoran a sus padres).

Es por ello que se utiliza este
término para hacer referencia a los hijos que van adquiriendo autoridad dentro
del sistema familiar hasta que logran situarse en una posición de poder con
respecto a sus padres e imponen a éstos su propia ley en el hogar,
convirtiéndose en hijos tiranos. Se trata de niños caprichosos, sin límites,
que dan órdenes a los padres y organizan la vida familiar. Quieren ser
constantemente el centro de atención, son desobedientes, desafiantes, no
aceptan la frustración, etc. Y cuando estos niños llegan a la edad adolescente,
la cosa empeora, ya que puede derivar en reacciones violentas, absentismo
escolar, robos, consumo de drogas, etc.
Pero, ¿cómo surge
esta posición de poder?
En primer lugar, una de las
causas es una educación permisiva, donde los padres ofrecen a los “príncipes de
la casa” todo lo que dicen que no tuvieron, permitiéndoles hacer todo lo que quieran
para que sean felices o para compensar el poco tiempo que pueden dedicarle.
La sociedad actual se ha
modificado y las familias Españolas tienen tan solo 1 ó 2 hijos, por lo que los
reyes de la casa no se destronan, sino que siguen siéndolo toda la vida. Por
tanto los padres se pueden permitir esas zapatillas de marca que al niño le
gustan o el videojuego de última generación.
Los niños viven en una sociedad hedonista,
donde todo se quiere conseguir sin esfuerzo, y donde cada vez se les exige
asumir menos responsabilidades. Esto genera actitudes egocéntricas, donde el
lema de estos niños es “primero yo y luego yo”. Los padres viven para él, para
satisfacer sus demandas, por lo que el niño aprende que él es más importante
que los demás y que el resto tiene que cumplir sus deseos. Además, no aprende a
demorar la gratificación de sus deseos, ya que le basta pedir algo para
tenerlo. Con el paso de los años, cuando se le intenta poner alguna norma o se
le deniega algo, se frustra y reacciona de forma violenta.

Otra de las razones es que los
niños cada vez pasan más tiempo solos debido a la incorporación de la mujer al
mercado laboral, y la televisión y los videojuegos se convierten en “canguros”
en muchas ocasiones. Estos medios influyen también en los valores y actitudes
infantiles, ya que a veces incitan a la violencia gratuita y adoptan una
posición amoral al no definir lo que socialmente es adecuado o inadecuado.
Por otra parte, en casos de
separación conyugal y familias reconstituidas, se cede a veces ante las
peticiones de los hijos y se les acaba consintiendo en todo para intentar
paliar las consecuencias negativas de la nueva situación familiar o simplemente
para evitar conflictos.
¿Cómo evitar esta
situación?
En primer lugar, debe primar un estilo educativo
democrático, donde se combine el afecto con el establecimiento de límites y la
supervisión de la conducta. Los padres pueden tener en cuenta las opiniones de
los hijos e intentar llegar a acuerdos con ellos en las cuestiones que les
atañen, pero no se debe olvidar que son ellos los que tienen que tener la
autoridad.
Es fundamental establecer desde la primera infancia unas
normas básicas de disciplina para ir adquiriendo costumbres que con el tiempo
se conviertan en hábitos. Algunas de estas normas pueden ser:
·
Obedecer a los padres
·
No pegar (padres, hermanos, amigos)
·
No mentir
·
No contestar con malos modos
·
No gritar al enfadarse
·
No interrumpir a los mayores cuando están
hablando
·
No romper o estropear cosas intencionadamente
·
No quitar cosas a los demás
·
Respetar los horarios: de comida, cena, estudio,
juego, irse a la cama, etc.
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